martes, 5 de agosto de 2008

Oscuro como el azabache


Me desperté con el helado viento rozandome en la cara y lo primero que pensé es qué hacía allí. Me había quedado dormida. Era de noche. A mi lado habia una hoguera apagada. Estaba en un oscuro bosque del que sus impresionantes árboles y su densa maleza casi no me dejaban ver el cielo, sólo unos cuantos resplendores de luna cruzaban los árboles junto con la fuerte maleza hasta llegar a mí y a mis alrededores. ¿Quién me ha traído aquí? Tenía frío. Me aferré el chaquetón oscuro para que ninguna ráfaga de viento llegara hasta mí y me puse bien el gorro de lana. Estaba todo muy oscuro y no se oía más que el viento bailando entre la vejetación. Tenía que estar en casa hace dos horas al menos. Un ruído me hizo dar un brinco; fue de una pisada...de una bestia. La oía, ahora sí, oía su respiración entrecortada, cogiendo y explulsando el aire. Tenía miedo. Oí su gruñido, pero no conseguí verle, por mucho que me volvía no veía nada, estaba escondido entre la maleza. De repete, lo vi delante de mí. Era un perro de un tamaño descomunal, debía de medir casi dos metros a cuatro patas. Era negro como la noche que envolvía el bosque y me gruñía y enseñaba los dientes. No sabía si correr o quedarme ahí quieta. Mi cuerpo decidió y me quedé ahí paralizada. El perro se disponía a coger impulso para saltar sobre mí pero mis piernas raccionaron y lo esquivé. Le decía entre casi inaudibles sollozos que no me hiciera daño. Él se volvió hacia mí, me miró con lo que pareció una expresión triste y de disculpa y se acercó a mí. Yo conteniendome e intentando tranquilizarme me quedé ahora como estaba, de rodillas y con la cabeza baja; esperando a que ese enorme perro se acercara a mi. Levanté la mirada, volví a mirar a los ojos azules de la bestia...ahora a menos de un palmo de mí. Me habló. Entre ladridos y aullidos; pero yo, no sé cómo, podía entenderle. Decía que le ayudase, estaba encerrado en un cuerpo de bestia, maldito por decirlo de alguna manera. ¿Cómo puedo ayudarte? A cambio, te sacaré de aquí. Le dije que le ayudaría pero cuando le pregunté qué debía hacer me contestó: lo sabrás muy pronto.
Me desperté de mi cama, sobresaltada,sólo unos aún débiles rayos de sol cruzaban mi ventana no me acordaba de lo que había soñado. Llevaba la ropa del día anterior puesta y ni me habia quitado las botas que estaban llenas de barro y hojas. Lo más curioso fue que tenía por la ropa restos de pelaje negro, como los de una bestia...

1 comentario:

Gorrion Verde dijo...

me gusta tu relato anita, x fin puedes escribir i puedo postearte!!

me e exo uno pero aun no e empezado a trabajar en el, lo are cuando tenga tiempo

aora solo t falta fotolog!! ^^

me voi a dormir, espero ver mas relatos asi!!

;)